Leí este libro casi por compromiso, pues quien me lo prestó me aseguró que me encantaría. Cuando lo vi, la portada no llamó para nada mi atención, ni tampoco el título, francamente tardé varias semanas en comenzarlo porque pensé que sería de lo más aburrido. Hoy puedo decir que esta novela es una de mis favoritas, que realmente me sorprendió y que estoy convencida de que lo juzgue totalmente mal a primera vista. Cuando lo terminé, no pude dejar de pensar en él por seis días completos. Día y noche lo traía en la mente, sin afán de exagerar. Podría escribir un larguísimo ensayo sobre todo lo que me gustó de esta historia pues resumirlo es casi imposible, además de que la trama te lleva por más de 60 años en la vida de los personajes principales e incluso de sus descendientes.

Esta William Kane, americano, de familia acomodada de banqueros, con una buena vida, las mejores relaciones, más que preparado para el mundo financiero. Y está el lado opuesto, Abel Rosnovsky, polaco, de familia humilde, cuya infancia y adolescencia se vieron eclipsadas por los atropellos que tuvieron lugar durante la primera guerra mundial, por lo que tuvo que encontrar la manera de sobrevivir y superar las dificultades que le tocó padecer. La historia tiene un ritmo excelente y podrás ir conociendo la vida de estos dos hombres conforme van creciendo, madurando, triunfando y algunas veces también fracasando. Todo esto al tiempo que atraviesan guerras, crisis económicas, líos amorosos, conflictos familiares y hasta las consecuencias de sus propias decisiones. Aunque cada uno afronta diferentes circunstancias, sus vidas constantemente se entrecruzan por una u otra razón y te dejan poco más que consternado y repleto de ansiedad. Lo juro. Te dan ganas de ser parte de la historia para ayudarlos o para detenerlos, cual aplique al caso o situación. ¡No diré más! Cada lector merece deleitarse descubriendo los secretos y misterios que encierra esta maravillosa obra.