Sin duda, una de mis mejores lecturas del año. ¡Qué historia! ¡Qué personajes! ¡Qué buen libro! Una historia que disfruté de principio a fin, que me cautivó de una manera total e irresistible. Escrito de una manera tan perfecta y deliciosa, que no hubo una sola página en que no se proyectara como una película en mi cabeza. Me hizo sentir de todo, me hizo llorar, me conmovió, me estremeció, me entristeció, me sorprendió.

La novela se desarrolla en la década de los 60’s en un pequeño pueblo pesquero de Carolina del Norte, en la época en la que la discriminación racial era preponderante. A pesar de que Kya era una niña blanca, su condición de pobreza e ignorancia le valían apodos como “La chica salvaje” o “Basura de la Marisma” (Marisma es un pantano) Ella crece en completo aislamiento de la sociedad y su infancia se ve ensombrecida por el constante abandono de todos a quienes ama o en quien confía. Por otro lado, la madre naturaleza se convierte en una especie de refugio y cobijo para su alma y Kya intenta ser feliz a su manera, con sus carencias y su soledad.

Amé por completo el desarrollo de la historia a pesar de tener tintes tristes y de que la trama te hace sufrir junto a Kya, pues es de ese tipo de libros que te eriza la piel. Ver como una pequeña niña tuvo que idear la manera de subsistir por ella misma en medio de un pantano, lidiar con la marginación, la indiferencia y los prejuicios de la gente del pueblo, convertirse en mujer y aprender sobre la vida por su propia cuenta, te hace admirarla y empatizar con ella irremediablemente.

La trama te hace sentir en la piel de Kya mientras ella crece y se convierte en una mujer hermosa y van llegando a su vida sentimientos como la amistad, la ilusión, el amor y la esperanza. Pero también conoce el dolor que pueden causar las mentiras, las perdidas, las ilusiones rotas, el resentimiento y la desesperanza. Pero lo peor de todo, fue ser señalada como una asesina, cuando un hombre llamado Chase Andrews aparece sin vida. La novela te relata desde el descubrimiento del cuerpo, el desarrollo de la investigación hasta el desenlace del juicio para esclarecer si su muerte fue un accidente fatal o un homicidio, teniendo como principal sospechosa a Kya, la misteriosa niña olvidada que creció en lo silvestre y lo agreste de la marisma.

De la mano de Kya vivirás la incertidumbre y el escrutinio de la lupa sobre su cabeza, la felicidad de los reencuentros, lo doloroso de las perdidas, la fuerza del miedo y el rencor pero, sobre todo, lo poderoso del perdón.

Una de mis cosas favoritas fue ver como su amor por los animales la llevó a lograr grandes cosas que la ayudaron a superarse y como su pasión y su curiosidad por el arte fueron su válvula de escape. De verdad se palpa el amor de la autora por la naturaleza, pues en realidad esta es su primera novela de ficción. Delia Owens es una zoóloga y es reconocida por sus publicaciones sobre vida natural en medios importantes de ese ámbito. Su pasión por la naturaleza se hace sentir en cada página, en como Kya se obsesiona con los animales, como las aves son sus mejores amigas y la naturaleza se vuelve una especie de madre que le provee todo lo que necesita.

Es una historia dolorosamente bella y conmovedora en todos los sentidos con personajes entrañables además de que, con las exquisitas descripciones, la autora realmente de transporta a aquel pantano, puedes sentir que vas navegando junto a Kya entre los canales, que las gaviotas te hacen compañía, que el viento te escucha, que la oscuridad inunda la cabaña, hasta puedes imaginar los ruidos inmersos en lo exuberante de aquella marisma y más.

Es de esos libros que una vez que comienzas no lo puedes soltar, con una narrativa que te envuelve y te atrapa y lo mejor, con un final de impacto que cierra perfecto la historia.  Lo recomiendo muchísimo. Si quieres leerlo, da clic aquí.