Como ya es costumbre, una buena novela juvenil me resulta siempre una excelente medicina para curarme del bloqueo lector. Me animé a leer esta bilogía titulada «Deja que ocurra» porque buscaba una historia linda, fresca y romántica. Y puedo decir que sí, efectivamente, hallé todo eso de la mano de Leah y Axel en esta historia que toca situaciones tanto profundas como cotidianas que aportan ese adecuado balance que busco en este tipo de novelas.

Leah es una adolescente que recientemente ha perdido a sus padres debido a un trágico accidente de auto. Vive en Byron Bay con su hermano mayor Oliver, quien debió tomar la responsabilidad de ser la cabeza de la familia, por lo que se ve obligado a aceptar un puesto de trabajo en Sídney para poder hacerse cargo de él y su hermana. Al mudarse, le pide a su mejor amigo Axel, que acoja a su hermana Leah en su casa durante algunos meses hasta terminar el ciclo escolar y pueda irse a Brisbane a estudiar la universidad. Pero lo que nadie sabe, es que Leah ha estado enamorada de Axel desde que era una niña y, aunque él siempre la ha mirado como una hermana pequeña, vivir bajo el mismo techo cambiará radicalmente la relación entre ellos.

Ambos personajes me gustaron mucho, me parecieron perfectamente bien construidos y pude conectar tanto con ellos como con los personajes secundarios. Axel me contagió de su amor por el mar y su apreciación de la vida mientras que, a través de Leah, la autora logró transmitirme su enorme sufrimiento por la pérdida de las dos personas que más amaba en el mundo. Ella perdió cualquier ilusión que pudiera haber en su vida, incluido el amor por la pintura, pasión que tenía en común con Axel, y que ambos parecían haberla dejado a un lado, Leah porque se sentía vacía, rota y gris, y Axel porque tenía un gran defecto: renunciar a sus sueños cuando las cosas se ponen complicadas.

Me gustó mucho toda la trama que se desarrolla durante los primeros meses de convivencia, cuando Axel, con interminable paciencia ayuda a Leah a afrontar su dolor y a recomponerse. Él la convence de permitirse sentir y vivir su duelo para poder superarlo y poder ser la misma de antes. La anima a volver disfrutar de la vida y a retomar sus antiguos hábitos, como pintar, surfear, salir y divertirse. La manera en la que vas formando parte del proceso de Leah, te permite abrazar muy bien el mensaje que tiene este libro acerca de las pérdidas y el duelo, invitándote a separar el dolor de las memorias, para poder conservar los buenos recuerdos de aquellos que ya no están y poder pensar en ellos sin hacerte daño o lastimarte al hacerlo.

Disfruté mucho esta primera parte de la historia, me pareció consistente en las situaciones que se plantearon sin abusar de los recursos de la victimización o sufrimiento en el caso de Leah, ni en el erotismo en el caso de Axel. Además, sentí que los personajes se mantuvieron fieles a sí mismos en todo momento, por lo que me dejó con ganas de leer la segunda parte. Da clic aquí si quieres leer la reseña.

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