Como ya les he contado, uno de los lugares que más antojo tengo de conocer es Cuba. Me parece un país muy interesante que, por diversas cuestiones, se quedó como atrapado en una cápsula del tiempo. Al menos esa impresión me da cuando veo fotos o leo noticias sobre ese país. También me causa curiosidad la polaridad de opiniones sobre los personajes del movimiento revolucionario cubano, a los cuales algunos idolatran como héroes y otros los consideran los villanos de la historia, pero lo que ambos bandos generalmente tienen en común, es un inmenso amor por su isla caribeña y su gente. Es por eso, que leer novelas ambientadas en Cuba, es para mí un deleite y una oportunidad más para desenterrar las raíces de la isla y para contagiarme de ese fervor que todos los cubanos le profesan a su tierra y de la algarabía que corre en su sangre caribeña. Justamente, esta novela me dio la oportunidad de disfrutar de una historia de amor y al mismo tiempo, acercarme al origen del movimiento revolucionario cubano
En cuanto a la parte romántica de la novela, la historia de Brisa y Joel para mi tuvo dos tintes. Debo confesar que al principió no me encantó, no conecté con ellos y me parecía todo muy forzado y apresurado. Se trata de un amor loco, impulsivo y apasionado, pero por distintas razones a mi no me convencieron sus inicios. Sin embargo, cuando la relación madura comienzo a sentir buena química con ellos. Pero para ser honesta, la relación amorosa para mí queda en segundo plano, pues lo que mas disfruté fue comprenderlos de manera individual. Joel, un hombre sensible, intenso, idealista, romántico e intelectual. Brisa, una periodista argentina amante de la fotografía y del arte, con ciertos complejos de desapego, que viaja por trabajo a Cuba, para documentar la participación de Juan Manuel Fangio, el campeón de Formula 1 en el Gran Prix de la Habana.
Aunque gocé la ardiente historia de amor desmedido entre Brisa y Joel, lo que más me atrapó de esta novela, fue poder comprender mejor los motivos y los propósitos que gestaron el levantamiento de la población en este país que, como en otros países del mundo, como mi México, provienen de la inconformidad de los habitantes con el gobierno debido a la desigualdad, la discriminación y la falta de oportunidades para todos. El pueblo cubano estaba sumido, en su gran mayoría, en la ignorancia y en la pobreza extrema. La interferencia de grandes potencias en el gobierno, como EUA, solo aumentaba el descontento y el hartazgo de la población, ya que solo se veían beneficiados los extranjeros que habitaban la isla y los cubanos acaudalados. Los peones y la gente del pueblo, no tenían condiciones de trabajo dignas ni justas, la prostitución era el pan de cada día para niñas y mujeres que necesitaban subsistir, el dinero era controlado unos cuantos privilegiados y el resto del pueblo era hecho a un lado. A través de las páginas de esta novela fui testigo de la planeación y organización de los grupos de revolucionarios y tuve un acercamiento a personajes importantes como Fidel Castro y el Che Guevara. La autora cita diversos eventos que ocurrieron en la vida real, desde enfrentamientos, atentados, guerrillas, etcétera, hasta la toma del poder por parte de la gente de Castro.
Mi parte favorita de la historia, es la etapa en la que Brisa y Joel se van a vivir al campamento de Sierra Maestra, en donde se congregaban los combatientes de Fidel y Guevara. Esta parte de la historia me hizo ver como era la vida en ese asentamiento, pero sobre todo, pude conectar con las aspiraciones y los anhelos de aquellos hombres y mujeres, que peleaban por la igualdad y la soberanía. También me gustó mucho, la etapa de la post-guerra, cuando Batista es derrocado del poder y los revolucionarios toman el gobierno. Como en toda sociedad, hay disparidad de opiniones sobre si al país le fue mejor o peor que antes. Es difícil poder emitir un juicio, hay muchos factores que juegan a favor y en contra. Por ejemplo, muchos vieron con malos ojos el tema de la expropiación de las empresas derivada de la instauración de un gobierno socialista, y para otros fue la puerta al progreso y la equidad. Muchos cubanos optaron por huir de su país, pues al cortar de tajo y en malos términos las relaciones de Cuba con el gigante EUA, la escases llegó pronto a la isla, no había suficiente alimento, conseguir comida era un desafío, al igual que los artículos para el hogar o el trabajo. Adicional, se impusieron muchas restricciones, algunas incluso absurdas, como no tomar fotografías o no portar en la ropa ciertos colores que hicieran alusión a EUA. Al parecer, el país obtuvo libertad en cierto sentido, pero la perdió en otro y esta parte de la historia la retrata muy bien Brisa, quien te cuenta como lo que antes para ella era algo simple y cotidiano, se convirtió en un placer esporádico o en algo inalcanzable. La ironía de la Cuba libre. Determinar si esa etapa de sacrificio y austeridad, con el tiempo trajo aquellos ideales por los que se luchó, es entrar en un tema de debate bastante complejo y extenso, que se debe analizar con sumo cuidado y desmembrando muchos factores.
En conclusión, si bien al principio tuve dudas, al concluir la novela pude entender que algunas partes de la historia que quizás no me parecieron tan interesantes, eran necesarias para comprender la ideología de cada bando y la naturaleza de ciertas decisiones o acciones. Te recomiendo este libro si te gusta leer historias de amor ambientadas en tiempos convulsos y complicados como lo es la revolución cubana.
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